28
Sep

Las emociones en el espacio arquitectónico

De acuerdo a Maturana, las emociones son “disposiciones corporales que determinan ó especifican dominios de acciones”1. Esto me lleva a entender que una emoción es lo que me lleva a realizar una actividad, una función. Bajo este marco, la función en la arquitectura fue durante el siglo XX el fundamento de los métodos de diseño y se llamó Funcionalismo, la arquitectura entonces tuvo como prioridad de su existencia y creación a las funciones.

Sin embargo, si revisamos el concepto que aporta Maturana, el Funcionalismo se fundamenta en el resultado de la emoción y no en la emoción como aquello que origina las necesidades de hábitat. La arquitectura dejó de lado el origen emocional de la función y dirigió sus esfuerzos únicamente a las acciones como disposiciones corporales matemáticas y predecibles, es decir, a la función misma.

Una disposición corporal no es una acción aun, pero la propicia, y ésta requiere de un espacio que la contenga, por lo tanto, el espacio arquitectónico es el nexo entre la disposición y la acción del individuo que la realiza. Para que una acción se realice es necesario un espacio.

Como seres de encuentro, los seres humanos requerimos socializarnos para sobrevivir, no existe un solo ser humano que haya nacido y crecido sin cuidados, que haya asumido su crecimiento sin convivencia y sin aceptación de él mismo y de otros hacia él. Con esta afirmación sólo trato de llevar el concepto de emoción a un principio del diseño arquitectónico tratándolo como base para hacer de ella el origen de cualquier función en el espacio arquitectónico.

En el espacio arquitectónico siempre existe la posibilidad de convivencia, aun cuando el espacio del que se trate sea de absoluta intimidad y aún cuando no todas las convivencias son sociales, pues no todas tienen como fundamento la cooperación y la aceptación de otra persona legitimada como otra, es decir, habrá espacios que estén destinados a una convivencia sin que esta sea social, y con todo, seguirá siendo un espacio que albergue emociones, y desde las emociones facilitar las acciones, en soledad ó en compañía.